A LA MESA CON EL DIABLO
La tintineante luz de tres candelabros arañaba las sombras del desván.
Un gramófono escupía melodías de jazz.
Encendí un cigarro. El humo se retorcía.
Mi anfitrión. Sentado de repente al otro extremo de una pequeña mesa.
Reconozco su escalofriante mirada. Y el contrato firmado con sangre hace siglos… quemándose con una vela…
Un trago de vino y de recuerdos. Congelando mi garganta.
El infierno es frío, ¿sabes?
Suspiro.
Dos comensales.
Mi anfitrión. Que sonríe…
Un servidor. Que se despide…