Siempre

Siempre

 

Siempre.

La música de la lluvia de aquella tarde.

Siempre.

La música de todas mis tardes.

Siempre afinando mi alma,

con el son acompasado

de su orquesta angelical,

con gotas que cicatrizan

mis penas y mis heridas.

Siempre acunando mi cuerpo,

y fundiéndolo de nuevo

con el tuyo entre la lava

del volcán de nuestras bocas,

del volcán de nuestro abrazo.

Siempre.

El eco de la lluvia de aquella tarde.

Siempre.

El eco de todas mis tardes.

Siempre volviendo a mi mente,

bajo la ondeante bandera

de una guerra sin vencidos,

pues la victoria son tus ojos

reflejados en los míos.

Siempre ahogando mis angustias,

bajo las olas de un mar

teñido de verde oscuro,

de un mar que sólo descansa

en tu orilla y la mía.

Nunca.

El olvido de la lluvia de aquella tarde.

Nunca, porque,

casi sin quererlo,

se la arrebatamos al tiempo.

Siempre.

El recuerdo de la lluvia de aquella tarde.

Siempre, porque,

casi sin quererlo,

se la regalamos a la eternidad…

 

B.

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