Hoy me has bañado con tu sonrisa
Ayer…
Ayer mi violín callaba,
callaba sombrío en el rincón más triste
de una buhardilla de luto,
de luto por sus cuerdas apagadas.
Ayer mi violín lloraba,
lloraba mientras repartía azucenas
en el camposanto de sus melodías,
melodías muertas antes de nacer.
Hoy mi violín no calla…,
ni tampoco llora.
Hoy grita con fuerza,
con tanta fuerza que sus notas
arañan riendo a las nubes,
unas nubes que se dejan perfumar por ellas…
Hoy te he visto…,
…y me has bañado con tu sonrisa.
Ayer…
Ayer mi pincel rezaba,
rezaba susurrando para no morir
de hambre y de sed,
de sed de cualquier color.
Ayer mi pincel vagaba,
vagaba seco y a la deriva
sobre el angustioso y vacío color blanco,
el blanco que manchaba mis lienzos.
Hoy mi pincel no reza…,
ni tampoco vaga a la deriva.
Hoy corre veloz,
y eufórico se empapa
de mágicos y brillantes colores,
colores que son tormentas de alegres sueños…
Hoy te he visto…,
…y me has bañado con tu sonrisa.
Ayer…
Ayer mi pluma se ahogaba,
se ahogaba en un inmenso mar
de letras y palabras nunca escritas,
nunca escritas y para siempre borradas.
Ayer…
Ayer mi pluma se lamentaba,
se lamentaba sobre el hombro de páginas
desesperadamente en blanco y anónimas,
anónimas porque no tenían nada que contar.
Hoy mi pluma no se ahoga…,
ni tampoco se lamenta.
Hoy llueve tinta sin cesar,
y escupe el fuego de historias
que ilusionan con finales felices,
felices sin oscuras muertes sangrientas…
Hoy te he visto…,
…y me has bañado con tu sonrisa.