GÉLIDO EPITAFIO
No fue la nieve teñida de rojo sangre. Tampoco los gritos desesperados de mis vecinos. Ni siquiera la sonrisa diabólica del ejército de muñecos de nieve asesinos. Lo peor fue cuando mi mechero exhaló su último aliento. Sin fuego, no hay defensa posible.
Oscuridad absoluta… Escondido en el maletero de mi coche.
Delatado por los latidos de mi corazón. Algo se acerca silbando un villancico estridente. Un golpe metálico seco. Luz cegadora…