PINTANDO UN HOGAR ETERNO
Una habitación trapezoidal. La música de acordeón brotó del caballete, apagando las voces de su cabeza. Y sonrió como un niño travieso…
Empapó sus manos con los azules y naranjas de la paleta, y las aproximó al lienzo. Un lienzo que le absorbió con el primer roce.
Se sentó en una mesa del café, y pidió un vino. La terraza es una fiesta. Todos cantan. Vincent canta también acariciando su oreja izquierda…
Si te fijas bien, aún está allí. Si escuchas con atención, el acordeón continúa sonando…