Otra noche más sin ti

Otra noche más sin ti

Otra noche más sin ti.

Unos labios sobre los míos.

Entonces fue cuando mi sangre

ganó terreno al sueño y al alcohol.

Y pude volver a la realidad.

¿Realidad?

Y pude pensar:

Otra noche más sin ti.

Mis labios cerrados.

Mi cuerpo sentado sobre la cama.

De repente, me levanté

con la cabeza y el estómago reventados.

Y pude llegar al baño.

Y pude vomitar:

Otra noche más sin ti.

Una llamada sin respuesta

de una mujer anónima.

Mi vida, la acababa de vomitar.

Mas no pude vomitar mi puto corazón.

¿Corazón?

Mas no pude vomitarlo:

Otra noche más sin ti.

Mi dolor me ofreció un cigarro.

El humo no consiguió

hacer vacilar mi árida mirada.

Y pude de nuevo observarme.

Y pude verte de nuevo dentro de mí.

Y no pude más…:

Otra noche más sin ti.

 

 

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No puedo evitar sentirte

                        No puedo evitar sentirte

Los ojos abiertos.

El cielo azul.

Generoso. Acogedor.

Como tú.

Después de soñar

días de luz

y limpias miradas…

Después de abrazar

un descanso de azucenas

y habitaciones sin silencios…

Después de anochecerme,

y amanecerte…

Lo siento.

No puedo evitar

sentirte.

Los labios mojados.

El mar azul.

Entregado. Mágico.

Como tú.

Después de volar

sobre lágrimas secas

y purpúreos paseos…

Después de respirar

pinceladas de sangre

y soledades compartidas…

Después de anochecerme,

y amanecerte…

Lo siento.

No puedo evitar

sentirte.

La sonrisa encendida.

La llama azul.

Cálida. Profunda.

Como tú.

Después de caminar

lazos perfumados

y compases vagabundos…

Después de entregar

palabras lluviosas

y crepúsculos impacientes…

Después de anochecerme,

y amanecerte…

Lo siento.

No puedo evitar

sentirte.

Me dueles

                Me dueles

Me dueles.

Un ocaso. Un cielo azul.

Suspiro. El mar me llama.

Mi cabeza va a reventar.

Pienso a veces que las olas intentan

devolverme todas las lágrimas que

no he podido o no he querido llorarte.

¿Tu vuelo es azul? No lo sé.

¿Tu arena es azul? No lo sé.

Yo sólo sé que me dueles.

Me dueles.

Un alba. Un sueño en blanco.

Abro los ojos. La nieve.

Juegan conmigo las náuseas.

Creo en ocasiones que en el silencio

se han ahogado todos esos versos que

no he podido o no he querido gritarte.

¿Tu huella es blanca? No lo sé.

¿Tu aroma es blanco? No lo sé.

Yo sólo sé que me dueles.

Me dueles…

Hoy me has bañado con tu sonrisa

             Hoy me has bañado con tu sonrisa

Ayer…

Ayer mi violín callaba,

callaba sombrío en el rincón más triste

de una buhardilla de luto,

de luto por sus cuerdas apagadas.

Ayer mi violín lloraba,

lloraba mientras repartía azucenas

en el camposanto de sus melodías,

melodías muertas antes de nacer.

Hoy mi violín no calla…,

ni tampoco llora.

Hoy grita con fuerza,

con tanta fuerza que sus notas

arañan riendo a las nubes,

unas nubes que se dejan perfumar por ellas…

Hoy te he visto…,

…y me has bañado con tu sonrisa.

Ayer…

Ayer mi pincel rezaba,

rezaba susurrando para no morir

de hambre y de sed,

de sed de cualquier color.

Ayer mi pincel vagaba,

vagaba seco y a la deriva

sobre el angustioso y vacío color blanco,

el blanco que manchaba mis lienzos.

Hoy mi pincel no reza…,

ni tampoco vaga a la deriva.

Hoy corre veloz,

y eufórico se empapa

de mágicos y brillantes colores,

colores que son tormentas de alegres sueños…

Hoy te he visto…,

…y me has bañado con tu sonrisa.

Ayer…

Ayer mi pluma se ahogaba,

se ahogaba en un inmenso mar

de letras y palabras nunca escritas,

nunca escritas y para siempre borradas.

Ayer…

Ayer mi pluma se lamentaba,

se lamentaba sobre el hombro de páginas

desesperadamente en blanco y anónimas,

anónimas porque no tenían nada que contar.

Hoy mi pluma no se ahoga…,

ni tampoco se lamenta.

Hoy llueve tinta sin cesar,

y escupe el fuego de historias

que ilusionan con finales felices,

felices sin oscuras muertes sangrientas…

Hoy te he visto…,

…y me has bañado con tu sonrisa.

Amada amiga mía

Amada amiga mía:

 

Ayer no era un día soleado. Ayer estaba nublado… Créeme. No me acostumbro a tu ausencia.

Pero hoy el amanecer

me ha sonreído con tus ojos. Hoy el rey sol se ha postrado suplicante en los bulevares de la Castellana, y apartará

cualquier nube que le pueda privar de tu contemplación. Hoy siento celos de cada uno de sus rayos que se deleita acariciando

tu sedosa piel. Pero hoy también te he visto yo. Y te he contemplado. Y de nuevo la ilusión se presta a fumar conmigo un

cigarro, y de nuevo la vida me da la bienvenida frente a su portal. Mírame, y saltaré contigo al vacío de los sueños.

Mírame,

y desplegaré las doradas alas de la esperanza. Mírame, y te daré las gracias… Las gracias por ser tú…

 

Con un beso, y una sincera reverencia,

 

      Dandy Recaudador

Querida amiga mía

Querida amiga mía:

 

Sólo de pensar en tus ojos…

Sólo de pensar en tus ojos, ya no me da miedo abrir la ventana y recibir una nueva mañana,

ya tengo el valor suficiente para cerrar los míos durante la noche sin llorar,

ya camino por los bulevares conociendo el destino de mis pasos,

ya amanece alguna sonrisa en mi rostro cuando el sol ilumina Madrid…

 

Sólo de pensar en tus ojos…

Sólo de pensar en tus ojos, ya se ha agrietado la densa niebla que cubría mi habitación,

ya los sueños no me aterran cuando recuesto mi otrora agotada cabeza sobre la almohada,

ya no saludo a la luna con una compañera anónima a la que olvidaba al conocer su nombre,

ya no me echo un cigarro con mi melancolía los fríos domingos invernales…

 

Sólo de pensar en tus ojos…

Sólo de pensar en tus ojos, me despierta un cielo azul brillante,

y me despide un cielo azul estrellado, porque…

…porque tu mirada me ha devuelto el alma.

 

Sinceramente tuyo,

 

Dandy Recaudador

Buenas noches

 Buenas noches

 

Buenas noches, noches gélidas y solitarias.

Tú y yo paseando juntos de la mano.

Tu boca y la mía mordiéndose lentamente.

Tus ojos y los míos acariciándose al filo del mismo abismo.

 

Fue entonces cuando un zumbido intenso me acribilló las sienes. Maldito despertador asesino de sueños. Tu mano, tu boca y tus ojos abrazaron a la noche y me despidieron con un adiós breve y descortés. Ahora me saluda el grosero calor con una bofetada en el rostro, que me hace recordar aún más la pesadez resacosa de mis párpados. Todo parece arder, incluso este puto corazón mío, cuya llama en el castigo no se extingue nunca. Arde la sábana, mi aliento y el vaso de agua de la mesilla. Se consume derretido el espejo, mi piel y el lavabo. El infierno de los áridos rayos de luz que atraviesan la persiana, el caliente café recién hecho, y el humo cruel del cigarrillo que incendia mi garganta,…me desesperan. Todo quema. ¿Todo ? Todo no, lo sé, pero me da miedo comprobarlo. No obstante, lo hago, y con su simple roce se congela mi mano, luego el brazo, y después todo mi cuerpo. No me siento reconfortado. Por el contrario, preferiría quemarme yo también. Preferiría quemarme, porque la parte que te corresponde en nuestra almohada continúa fría, helada. Otro amanecer invernal en pleno verano. Otro amanecer que no quiero compartir con tu ausencia. Por tanto, buenas noches.

 

Buenas noches, noches gélidas y solitarias.

Tú y yo paseando juntos de la mano.

Tu boca y la mía mordiéndose lentamente.

Tus ojos y los míos acariciándose al filo del mismo abismo.

Anoche…

 Anoche…

  

Anoche… Anoche, no una lágrima…

 

El último trago hizo entrar

a mi garganta en erupción.

Pero no había más dolor

que tu desgarrada ausencia,

ausencia que se hizo lava,

lava que hirvió con mi sangre,

sangre que fluyó con dolor.

 

Anoche… Anoche, no una lágrima, sino todo un mar…

 

Ni siquiera un poco de ti,

encontré hasta el amanecer.

Sin rumbo y sin rastro tuyo,

vagué entre los hombros fieles

de dos viejos compañeros,

uno mi árida mirada,

otro mi helado corazón.

 

Anoche… Anoche, no una lágrima,

sino todo un mar hubiera llorado…

 

Con humo de mi cigarro,

el viento se llevó mi alma.

Y es que reo de muerte caí,

condenado y vomitado,

en la loca celda oscura

que es el recuerdo del adiós

con tus labios suspirando.

 

Anoche… Anoche, no una lágrima,

sino todo un mar hubiera llorado…

por ver otro amanecer con tu sonrisa…